Las matemáticas son esencia de la naturaleza

Las matemáticas son una parte integral de nuestro mundo. Éstas se encuentran no solo en cálculos cotidianos, sino también en la misma esencia de la naturaleza.

La vicepresidenta sectorial para Ciencia, Tecnología y Salud, Gabriela Jiménez Ramírez, difundió a través de su canal de Telegram, que “desde tiempos inmemoriales, los seres humanos han encontrado inspiración en la observación de la naturaleza para desarrollar esta ciencia”.

Asimismo, explicó que la naturaleza teje su tapiz a través de la autoorganización, sin recurrir a un plan maestro o anteproyecto, sino mediante interacciones simples y locales entre sus componentes. Las interacciones son las que, de forma emergente, producen patrones. Por esa razón, hay patrones más comunes que otros.

“Patrones geométricos, matemáticas en la naturaleza, que a los seres humanos nos pueden resultar particularmente bellos. Los más comunes son esferas, hexágonos, espirales, hélices, parábolas, conos, ondas, catenarias y fractales. De ello habla Jorge Wagensberg en su libro «La rebelión de las formas»», citó la también ministra del Poder Popular para Ciencia y Tecnología.

Según Wagensberg, cada una de estas formas tan frecuentes, que afloran en la naturaleza sin necesidad de regla, compás o calculadora, suelen ejercer una función principal: la esfera protege, el hexágono pavimenta, la espiral empaqueta, la hélice agarra, la punta penetra, la onda desplaza, la parábola emite y recibe, la catenaria aguanta y los fractales colonizan.

“Si estamos paseando por el campo, no nos costará mucho observar tales formas”, apuntó Jiménez.

Los filósofos griegos fueron los primeros en escudriñar estos patrones, como es el caso de Platón, Pitágoras o Empédocles. El biólogo escocés D’Arcy Thompson fue el primero en estudiar patrones de crecimiento en plantas y animales, evidenciando que simples ecuaciones pueden explicar el crecimiento en espiral.

“Nada es azaroso. Todo tiene una función. Un motivo. En ese sentido, la belleza es funcional, o más bien un efecto secundario de la funcionalidad”, destacó.

Fibonacci y la proporción dorada

La Sucesión de Fibonacci es una serie matemática que se halla enterrada bajo la belleza de diversos elementos naturales, la cual se obtiene comenzando por los dos primeros números, 0 y 1, y después cada número de la serie se obtiene sumando los dos que le preceden.

La secuencia es: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, de forma que la suma de los dos números anteriores da el tercero. Así, las plantas desarrollan pétalos en esa secuencia. La pasiflora, por ejemplo, tiene dos series de cinco sépalos que protegen tres carpelos y cinco estambres.

En este sentido, la vicepresidenta sectorial Gabriela Jiménez Ramírez describió que las plantas que forman espirales, como los conos o estróbilos, piñas y los girasoles, son una ilustración genuina de la serie de Fibonacci en la naturaleza. En los girasoles, el número de espirales en el sentido de las agujas del reloj es de 55, mientras que en el sentido contrario es de 89.

“La naturaleza nos aguarda un universo de secretos escondidos a plena vista, a veces, sólo tenemos que acercarnos para descubrir lo que ésta nos ofrece”, concluyó.

Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología / Periodista: Eliana Muñoz. 

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