Tiempo para vivir: la importancia de crear ritmos pausados en la cotidianidad

El cerebro se adapta con plasticidad a los tiempos que exigimos, para preservar la salud mental y general es relevante generar ritmos más pausados en el desarrollo de las dinámicas diarias.

Así lo refiere la ministra del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez Ramírez, este domingo,en una publicación realizada en su canal de Telegram.

«La generosidad, la amistad, el amor, el paseo o la lectura piden y necesitan tiempos ajenos a la dinámica del consumo y de la inmediatez: exigen de nosotros una lentitud que a veces no permitimos», escribió.

La ministra comenta que vivimos en una sociedad hiperproductiva, «en la que cualquier actividad ha quedado supeditada a los estándares de la rentabilidad, la dinámica propia del consumo y a una vertiginosa y anestesiante rapidez, pasear o deambular sin ningún tipo de finalidad puede parecer una rareza».

Agrega que, diariamente, los seres humanos «nos desplazamos para ir al trabajo o a nuestro centro de estudios, para acudir a terapia o para reunirnos con nuestros amigos. El «para» –es decir, la utilidad y el provecho– es el nuevo ídolo de nuestro tiempo: nada se hace sin que eso encierre un beneficio determinado».

La ministra Gabriela Jiménez Ramírez, señala que percibimos la realidad como un escenario donde hay ganadores y perdedores, «un lugar inhóspito y hostil, en el que todos somos enemigos y donde las circunstancias se presentan como una oportunidad para lograr el éxito y el progreso esperados del sujeto, amenazado por las voraces y acechantes fauces del continuo rendimiento. De las expectativas depositadas en el individuo contemporáneo: eficacia, fama, dinero».

En su publicación hace referencia al filósofo Byung-Chul Han, de quien destaca que estamos acostumbrados a la explotación de la libertad, haciéndonos «conscientes prisioneros», especialmente en las dinámicas laborales.

Asimismo, toma como referente el breve ensayo «Estrés y libertad» del alemán Peter Sloterdijk, dónde señala que el malestar «impregna nuestro ser en la civilización técnica de un sentimiento de fugacidad cada vez más intenso. Este sentimiento es indisociable de que nuestra sociedad está estresada a causa de su autoconservación, que exige de nosotros un rendimiento insólito’».

Las cosas más importantes de la vida se reflexionan con tiempo

La ministra del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez Ramírez, destaca que «las cosas más importantes de la vida suelen discurrir despacio».

Asimismo, cuestiona que «el reloj y las agendas se han convertido en dos de los fetiches de nuestra época: los miramos o consultamos mientras comemos, en una cita con nuestras amistades, y llegamos a hacer deporte bajo el imperativo de los tiempos (y de la productividad); incluso se charla y hasta se hace el amor midiendo los tiempos».

Por tal motivo, invita a comprender los ritmos que nos brindan la lectura, el amor, el diálogo o el paseo y la familia.

«No dan su fruto si no se da tiempo a que aquel madure. El tiempo del camino, del tránsito, del itinerario o del paso ha sido eclipsado por la tiránica inmediatez, por el presentismo y por una vida vivida en presente continuo, en un no-tiempo en tanto que cualquier instante es un ahora despótico que contiene su propia exigencia: no cabe la dilación, no hay tiempo para la espera. No nos damos el tiempo que la vida exige al tiempo», explica.

Menciona que «el tiempo que los griegos llamaron aión (αἰών, eternidad) materializado en el momento oportuno (καιρός). En ese momento, como apuntó muy bellamente Plotino, la vida (βιοζ) se convierte en el espacio de lo sagrado (τὸ ἱερόν), de todo cuanto no está sujeto al interés y la inmediatez».

Ante este fenómeno de la inmediatez, la ministra recomendó tomarse un tiempo para las reflexiones y el desarrollo de las tareas diarias.

«Algo va mal cuando nos sentimos acelerados, con ansiedad, envueltos en redes sociales, y la vida banal, presas del imperativo por producir incesantemente. Por eso, parar, detenerse, crear espacio para integrar ritmos más pausados, descartar la inmediatez (…) significa rebelarse. Para encontrar tiempo para la eternidad», puntualizó.

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