El 90 % de la serotonina que genera el cuerpo humano se produce en el intestino, esta se relaciona con la microbiota y tiene un efecto en emociones, estados de ánimo y salud mental de los individuos, así lo refirió la vicepresidenta sectorial de Ciencia, Tecnología, Educación y Salud, Gabriela Jiménez Ramírez en su cuenta en X.
En esta publicación, también aborda los cuestionamientos que se hacen sobre los productos ultraprocesados y sus peligros para la salud.
Uno de los últimos argumentos para reducir su consumo son las numerosas evidencias que sugieren una conexión entre su ingesta excesiva y la aparición de problemas mentales.
Asimismo, explica que una revisión reciente vinculó el consumo elevado de esos alimentos y el riesgo de padecer síntomas relacionados con trastornos depresivos o de ansiedad, aunque aún no se sabe a ciencia cierta por qué ocurre.
“Las pruebas son abrumadoras, por ejemplo, un trabajo realizado en Corea del Sur revela una probabilidad 1,4 veces mayor de padecer depresión si mediaba una dieta generosa en ultraprocesados, con mayores efectos entre las mujeres”, argumentó la ministra para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez Ramírez.
Añadió que los resultados del estudio SUN Project, que examinaba los efectos en jóvenes universitarios del ámbito mediterráneo, son más preocupantes, dada la edad de los participantes.
El seguimiento a personas sin síntomas depresivos previos durante más de 5 años en Francia vinculó un incremento en su aparición al consumo de bebidas, salsas y productos con grasas añadidas.
De hecho, las bebidas con edulcorantes artificiales parecen estar relacionadas con un posible desencadenamiento de la depresión.
La ministra Gabriela Jiménez Ramírez, dijo que “aunque la ansiedad y la depresión tengan múltiples causas, está claro que el consumo frecuente de alimentos ultraprocesados podría incrementar el riesgo de padecerlos o empeorar sus síntomas”.
La microbiota y su conexión en la edad y el género
En su artículo destaca que la actividad física, la edad y el género, son factores a tener en cuenta, es evidente el papel protagonista de la microbiota intestinal en esta conexión.
“Los microorganismos que habitan nuestro sistema digestivo se distribuyen en filos, que a su vez se componen de diversos géneros. Los filos más abundantes son Firmicutes y Bacteroidetes, pero hay otros importantes como Actinobacterias, Fusobacterias, Proteobacterias y Verrucomicrobia. Dentro de los numerosos géneros, el más conocido es el Bifidobacterium”, sostuvo la vicepresidenta sectorial.
Añadió que se ha comprobado tanto en estudios con animales como en humanos que el número de bacterias Firmicutes disminuye en los cuadros de ansiedad, mientras que prolifera la población de Bacteridetes y Fusobacterias.
En el contexto de la depresión, Prevotella, Klebsiella y Clostridium son los géneros más asociados con la microbiota intestinal.
Idealmente, la microbiota debería disfrutar de una proporción equilibrada de filos y géneros, lo que se conoce como eubiosis.
La vicepresidenta sectorial y ministra explicó que “cuando se rompe la armonía, aparece el efecto contrario: la disbiosis, relacionada no solo con la depresión o la ansiedad, sino con un buen número de patologías crónicas. Por ejemplo, géneros que pueden considerarse como proinflamatorios se encuentran en mayor medida en individuos con estados depresivos o ansiosos”.
Además, dijo que el 90 % de la serotonina del organismo es generada por la microbiota, circunstancia que juega un papel importante en la regulación del denominado eje intestino-cerebro.
Recomendaciones
La vicepresidenta sectorial de Ciencia , Tecnología, Educación y Salud, Gabriela Jiménez Ramírez destaca la importancia de cultivar una “dieta saludable para recuperar la armonía bacteriana. Si queremos revertir la disbiosis, una de las opciones es recurrir a los probióticos, aunque cambiar los hábitos alimenticios parece arrojar mejores resultados. Esto se debe a que la microbiota obtiene gran parte de su energía a través de la dieta, por lo que una modificación en la ingesta tiene un efecto directo en la proporción de filos y géneros”.
Asimismo, patrones dietéticos occidentalizados (la abundancia de alimentos de origen animal, el abuso de ultraprocesados y las técnicas culinarias poco saludables), se asocian a niveles mayores de ansiedad y depresión, en contraposición con dietas como la mediterránea, la nórdica o la japonesa.
“Una ingesta elevada de ácidos grasos poliinsaturados procedentes del pescado, las frutas, las verduras, los cereales integrales y los alimentos fermentados podría favorecer un estado de eubiosis”, apuntó.
Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología/ Periodista: Amarilis Palacios