El ruido ambiental es considerado como el segundo factor de riesgo para la salud, siendo superado solamente por la contaminación atmosférica.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que 22 millones de personas sufren de molestia crónica al ruido en la Unión Europea, causando la pérdida de más de un millón de años de vida saludables, 12.000 muertes prematuras y 48.000 casos de enfermedades coronarias al año.
El ruido ambiental se define como cualquier sonido no deseado o dañino derivado de la actividad humana. Puede provenir de una variedad de fuentes, como el tráfico, la actividad industrial, la construcción o la música muy alta, reseña el portal web The Conversation.
De acuerdo con la Directiva Europea de Ruido, exposiciones mayores a niveles de ruido equivalentes al periodo día-tarde-noche mayores de 55 dB son perjudiciales. En otras palabras, estar estar 24 horas del día, durante 365 días al año, bajo la exposición de un ruido causa efectos adversos en la salud.
Los principales efectos no auditivos reconocidos por la OMS y la Agencia Europea de Medio Ambiente incluyen problemas para dormir y sus consecuencias a corto y largo plazo: deterioro del desarrollo cognitivo, alteraciones metabólicas, problemas cardiovasculares, estrés psicológico, entre otros.
Esto se debe a una reacción fisiológica del cuerpo que es inevitable, ya que el ruido activa el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) y el sistema nervioso simpático.
El eje HPA es un eje neuroendocrino que, entre otros procesos, coordina la respuesta al estrés y el sistema inmunitario. Por otro lado, el sistema nervioso simpático forma parte del sistema nervioso autónomo y prepara al organismo para situaciones estresantes o de emergencia.
La activación simultánea de estos dos sistemas provoca la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol y las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina). La presencia constante de estas hormonas en el cuerpo puede tener efectos perjudiciales a largo plazo.
Agencias Internacionales.